Es Sinfonía de Praga una novela postmoderna, historia de escritura desatada e imitación compuesta. Historia de mistificación, esta nowwwela o nowebla es también una mesa de trucos, tapiz de diversos y bien entrelazados hilos y composición coral, al fin, si bien se lee.

  Historia de Lieserl, historia de realidades y ficciones entretejidas, de documentos y manuscritos, donde el presente más rabioso se entremezcla y explica a través de un pasado no tan lejano en el que Lieserl, bien emplazada en Praga, escribe y escribe. Lieserl escribe su Diario desde 1930 a 1945 y avanza, siempre Lieserl —atracción por los trenes—, a la búsqueda de lo que no ha de lograr.

    Historia de Meme, mujer joven, de buen ver —tez morena y tersa curtida por el sol, media melena de pelo oscuro, falda corta, hermosas piernas largas, un collar de perlas cayéndole por entre los pechos—, y un sí es no es espía que se mueve como pez en el agua por la embajada israelí en Praga, jugando a un juego de mentiras y medias verdades —verdad engañosa, engaño a los ojos, o a la mente, donde el cielo azul que todos vemos ni es cielo ni es azul—.

    E historia también del Holocausto, cada vez más asfixiante, en un mundo de ruido y furia. Y de un Kafka casquivano y esquivo, mientras Max Brod y Otto Schödinger recorren la Praga milenaria y mágica en la que Lieserl escribe su Diario, cuenta historias de la época, narra sucesos y personajes de la época y, al escribir, se narra a sí misma y nos narra el mundo, el presente cambiante que le ha tocado vivir en la Europa bulliciosa y atropellada de los años 30 del siglo pasado, que va camino de la tragedia y de la guerra mundial que todo lo ha de trastocar.

    En Sinfonía de Praga encontrarás también, si buscas y bien lees, todo lo que siempre quisiste saber sobre el arte de novelar, y tendrás ocasión de reflexionar sobre la poética de la novela y sobre el arte de hacer novelas en este tiempo.

    Cuídate y disfruta, que la obra, enseñar deleitando, ya es tuya.